El futuro del trabajo está en constante transformación. En los últimos años, hemos sido testigos de un cambio drástico en las modalidades laborales, impulsado por la pandemia y las nuevas demandas de un mundo cada vez más digital. Hoy, un tema central en la agenda corporativa es el dilema entre el trabajo presencial y el trabajo híbrido, un asunto que afecta tanto a empleados como a empresas de diferentes sectores, pero especialmente en el ámbito de los bienes raíces corporativos.
Según el informe «Future of Work 2024» de JLL, las empresas están experimentando un panorama en constante cambio, con patrones de trabajo híbrido que coexisten con la tradicional presencialidad. Aunque en 2022, el 77% de los responsables de la toma de decisiones consideraban que el trabajo híbrido era esencial para atraer talento, para 2024, la balanza ha comenzado a inclinarse hacia la presencialidad. De acuerdo con el estudio, el 44% de las organizaciones ahora se identifican como «defensores de la oficina», un cambio notorio respecto al 34% de empleados que optaban por trabajar a tiempo completo en la oficina en 2021. Estos números nos indican que el modelo híbrido, lejos de ser una moda pasajera, está evolucionando hacia un enfoque más equilibrado entre la flexibilidad y la necesidad de interacción cara a cara.
La flexibilidad se ha consolidado como una de las claves del éxito en el futuro del trabajo. Sin embargo, esta flexibilidad no solo se refiere a la posibilidad de elegir entre el trabajo remoto y el presencial, sino también a la capacidad de las empresas para adaptarse a las necesidades de cada equipo y a las demandas particulares de su cultura organizacional. En este sentido, el diseño de los espacios de trabajo juega un papel fundamental. El informe resalta cómo la gestión de los bienes raíces corporativos se ha convertido en un factor crucial para maximizar la productividad y mejorar la experiencia de los empleados.
Es por esto que el cambio hacia un modelo de trabajo más flexible también está impulsando la transformación de los espacios laborales. Las empresas no solo están reconsiderando la cantidad de metros cuadrados que necesitan, sino también la forma en que esos espacios están diseñados. Los entornos de trabajo deben adaptarse a las nuevas necesidades de los empleados, creando zonas que fomenten tanto el trabajo individual como la colaboración grupal. La «oficina» no es un concepto estático; es un lugar en el que se busca la experiencia más que la simple funcionalidad.
En América Latina, por ejemplo, la inclusión de la región en los estudios globales de «Future of Work» ha revelado que las empresas están cada vez más conscientes de la importancia de transformar sus espacios para mantenerse competitivas. Aquellas que sepan adaptarse a estas nuevas dinámicas no solo podrán mejorar su ambiente laboral, sino también posicionarse como líderes en la gestión del talento y la sostenibilidad operativa. En este sentido, el mercado inmobiliario corporativo tiene una gran oportunidad para reinventarse, ofreciendo soluciones innovadoras y adaptativas que respondan a las exigencias de un mundo laboral que cada vez es más flexible y digital.
En conclusión, el futuro del trabajo no se trata de elegir entre uno u otro modelo, sino de construir un entorno laboral que ofrezca lo mejor de ambos mundos: la interacción presencial cuando es necesaria y la flexibilidad híbrida cuando es posible. Y en este proceso, los bienes raíces corporativos jugarán un papel clave en la creación de espacios que faciliten este equilibrio y ayuden a las organizaciones a mantenerse competitivas en un entorno laboral cada vez más complejo y diverso.
Por Jorge Araos, Director de Oficinas de JLL Chile