¿Quién no se ha engolosinado oliendo el aroma de los plumones de pizarra? ¿O ha sacado una guía de parra para sentir un sabor extra amargo pero atrayente? Probar de vez en cuando cosas no alimenticias no es tan raro, siempre y cuando no se coman.
Pero el PICA es diferente.
El trastorno de PICA se ha convertido en una preocupación creciente para especialistas de la salud y familias, dado que este padecimiento, que implica la ingesta persistente de sustancias no comestibles, puede conllevar serias complicaciones de salud.
La nutricionista Camila Soto del Grupo Cetep explica que el consumo de elementos como tierra, cabello o jabón se clasifica como un trastorno de conducta alimentaria cuando persiste más de un mes, señalando que “si bien algunos niños pasan por etapas exploratorias donde tienden a poner objetos en la boca, en PICA esta conducta se convierte en algo repetitivo y prolongado, lo que aumenta el riesgo de problemas físicos y mentales”.
Se estima que el 9% de la población mundial, aproximadamente 70 millones de personas, padece algún tipo de enfermedad mental relacionada con la alimentación, y el trastorno de PICA se presenta, en muchos casos, junto a otros trastornos de salud mental, como la anorexia o la bulimia, y se relaciona con problemas emocionales que impulsan este tipo de conducta. “Aunque no existen causas definitivas, algunos estudios sugieren que podría haber una relación con deficiencias de hierro, aunque no está claro si se trata de una causa o de una consecuencia de PICA”, añade Soto en un comunicado.
Esta condición no es nueva en Chile ni en el mundo, pero debido a la alta comorbilidad que presenta y la falta de datos específicos, aún no se comprende completamente ni se tiene una estadística clara de su prevalencia.
Diagnóstico y detección de un trastorno oculto
Para diagnosticar esta condición, los profesionales de salud mental realizan entrevistas clínicas detalladas, explorando no sólo los hábitos alimenticios visibles, sino también las señales emocionales y los posibles trastornos asociados.
“Muchos de quienes padecen PICA aparentan llevar una dieta normal, pero el consumo de sustancias no comestibles es una conducta oculta que suele salir a la luz solo durante una evaluación profunda”, indica Soto. Esto puede explicar por qué a veces se percibe como un problema menor o incluso inadvertido, aunque los riesgos asociados a PICA son significativos.La detección temprana y el tratamiento adecuado pueden mejorar significativamente las posibilidades de recuperación de un TCA, reducen su duración y gravedad, aumentando las posibilidades de recuperación hasta en un 70%.
Las complicaciones para la salud que derivan del consumo de estas sustancias van desde obstrucciones gastrointestinales hasta infecciones severas. El sistema digestivo no está diseñado para procesar tierra, cabello, jabón o similares, y la acumulación de estos elementos puede resultar en bloqueos intestinales que requieren atención médica urgente. Además de las obstrucciones, el riesgo de infecciones bacterianas y parasitarias es alto, especialmente en aquellos que consumen tierra o elementos expuestos al ambiente. También pueden presentarse síntomas de malnutrición y problemas derivados de intoxicaciones químicas o alteraciones en el color y estado de los dientes.
PICA puede afectar a personas de distintas edades, aunque los niños pequeños y los adolescentes son particularmente vulnerables. Soto explica que, en los niños, el diagnóstico suele comenzar a los dos años, aunque se observa mayor prevalencia entre los ocho años y la adolescencia.
Este trastorno requiere una vigilancia constante por parte de los cuidadores y un entorno familiar seguro y de apoyo que permita identificar posibles señales de alerta. “Los adolescentes que consumen, por ejemplo, jabón o cabello tienden a ocultarlo, lo que hace que estas conductas compensatorias no se detecten con facilidad. Crear un espacio en el que puedan expresarse sin temor es clave para abordar el problema desde el núcleo familiar”, sostiene Soto.
Tratamiento
En cuanto al tratamiento, la intervención temprana es fundamental. Las terapias incluyen tanto el apoyo psicológico como la ayuda de un equipo multidisciplinario que trabaje para mejorar el estado nutricional del paciente. Soto destaca que la suplementación con hierro suele ser una práctica común, en línea con la teoría de que las deficiencias de hierro podrían estar involucradas.
“Sin embargo, cada caso es único. En algunos, además de hierro, se incluyen otros suplementos como vitamina C o zinc para ayudar a reducir el estrés y mejorar el bienestar general del paciente”, menciona Soto. Para abordar de forma efectiva este trastorno, el tratamiento debe adaptarse a las condiciones y necesidades particulares de cada persona.
Enfrentar el trastorno de PICA requiere una visión integral y una sensibilidad especial para entender sus causas subyacentes.
Soto concluye que “la prevención se basa en la educación y el apoyo familiar, pero el verdadero reto radica en comprender que detrás de cada caso de PICA hay factores emocionales y de salud mental que necesitan ser atendidos con cuidado y profesionalismo”. Un diagnóstico oportuno y un tratamiento adecuado pueden hacer la diferencia en la vida de quienes viven con este trastorno, ayudándolos a superar el impulso hacia estas conductas y brindándoles una mejor calidad de vida.