Durante los últimos años, dos hechos han marcado definitivamente la irrupción acelerada de la conexión a Internet a través de los satélites. En primer lugar, y a diferencia de la conectividad terrestre donde el costo está fuertemente influido por la distancia hasta las redes troncales, la conectividad vía satélite está disponible de manera inmediata, independientemente de esta distancia. Por otro lado, el teletrabajo, impulsado por la pandemia, propició que muchas personas se trasladaran hacia lugares remotos, fuera de las grandes ciudades, en donde la conectividad por medio de tecnologías convencionales se hacía casi imposible.
Es así como satélites de órbita geoestacionaria (GEO), que están a más de 35 mil kilómetros de la Tierra, inimaginablemente lejos de los cables y de las torres de telefonía, y otros como los sistemas LEO, que operan aproximadamente entre 960 y 1600 kilómetros de la superficie terrestre, permiten que cualquier persona a través de un dispositivo, e independientemente de dónde se encuentre, acceda a conexión inmediata a Internet.
Pero, en términos simples, ¿cómo es posible esto?
El experto en el tema y director de Ventas y Operaciones de Hughes, Raúl Peñailillo, explica que técnicamente cuando se accede a Internet desde un computador o dispositivo, se envía una señal desde la antena parabólica al satélite. El satélite envía la señal al centro de operaciones de la red el cual se dirige al sitio web. Luego, la señal viaja de regreso desde el satélite a la antena parabólica y al modem que está conectado en un hogar o negocio, entregando así conexión a Internet en cuestión de segundos.
De esta manera, la tecnología satelital se ha convertido en un habilitador de conectividad para industrias que operan en lugares del planeta donde hace años era impensado contar con Internet, facilitando el desarrollo de sus labores.
La necesidad de conexión de las distintas industrias
La industria aérea es una de las que viene integrando las comunicaciones por satélite en sus distintas operaciones. Según indica la Asociación Global de Operadores Satelitales (GSOA por sus siglas en inglés), las aerolíneas vienen integrando las comunicaciones por satélite en la seguridad de sus vuelos, en el monitoreo a bordo, en sus sistemas de entretenimiento para pasajeros, en sus operaciones y en la conectividad de las tripulaciones. En términos operacionales, el monitoreo en tiempo real de los componentes de la aeronave contribuye a una mayor seguridad y a un mantenimiento eficiente, y los datos de enrutamiento aportan a la reducción del consumo de combustible, disminuyendo las emisiones de CO2, lo que a su vez contribuye a la reducción de los efectos del cambio climático.
Otro sector que opera alejado de las conexiones terrestres es el marítimo. En este caso, la tecnología satelital también se ha convertido en un habilitador que le permite al rubro contar con una mejor gestión en los distintos aspectos de su trayecto. Según indica la GSOA, esta industria utiliza las comunicaciones por satélite para integrarse con sedes corporativas y acceder a herramientas y softwares operativos para toda la flota, a fin de gestionar todos los aspectos de un viaje. Esto incluye la rotación de la tripulación, la gestión de la cadena de suministro, las reparaciones y el mantenimiento de embarcaciones, nómina y servicios que promueven la descarbonización.
Del mismo modo, la piscicultura, las flotas pesqueras y las embarcaciones de alta tecnología en todo el mundo requieren, y están utilizando, un nuevo nivel de conectividad para pescar de manera más sostenible y navegar de modo más seguro. Incluso, en el mundo de las embarcaciones de diversión, como los cruceros, las tasas de consumo de datos y la demanda de los barcos de pasajeros aumentan constantemente, por lo que la comunicación por satélite puede satisfacer la demanda de las mismas aplicaciones que exigen Internet de alta velocidad y gran ancho de banda, que la que reciben los pasajeros en tierra.
Así las cosas, y ya sea por negocios, estudios o placer, las posibilidades de conexión ya no estarán supeditadas a que las personas se encuentren en un barco, arriba de un avión o escalando un volcán en medio de la Araucanía andina. Las posibilidades son infinitas y esta silenciosa revolución crece de manera insospechada y a tanta altura como esos satélites imperceptibles que vigilan la Tierra desde el espacio.