El Ecologista Juan Pablo Orrego, director de la ONG Ecosistemas, nos habló en este Día de la Tierra. Juan Pablo Orrego es master en estudios del medio ambiente con mención en ecología. Además es profesor, investigador y músico. Vocero de la reconocida campaña Patagonia Sin Represas, activista por las aguas, cuencas y ríos del país.
El panorama no es alentador.
Este 22 de Abril es el día de la tierra. ¿Qué podemos celebrar? No parece haber muchos motivos…no en Chile. ¿Pero quizás habrá leyes, normas, que sean un avance y las desconocemos?. Quizás un ejemplo sea todo el reciclaje electrónico que se está haciendo en estos meses…
Desafortunadamente no hay mucho que celebrar en el Día de la Tierra 2023. Se profundiza en forma alarmante la crisis socioecológica en todo el mundo. Las emisiones de GEI (gases de efecto invernadero) siguen aumentando, llegando a niveles que todos los vaticinios muestran como catastróficos, que están alterando cada vez más el sistema climático planetario. La temperatura de los océanos y su contaminación, así como la pérdida de biodiversidad, también en aumento. La guerra en Ucrania no se detiene y los países involucrados aumentan su gasto militar. Y un largo etcétera. Lo único que se puede celebrar es que sigue el despertar y la activación de muchas personas en todo el mundo, que sin embargo todavía es una minoría y no logra generar un proceso de cambios socioculturales, políticos y económicos estructurales que den solución a los problemas-raíces que han generado la crisis y la siguen profundizando.
¿Alto Maipo, finalmente, se hace? ¿Cómo afecta nuestra agua? Y Los Bronces se aplaude cómo la inversión del año. Las salmoneras siguen pareciendo insustentables…pero el país sigue en la lógica de que se requiere inversión. Por otro lado el turismo casi murió en pandemia, por ende sabemos que no es la panacea. ¿Podemos vivir sin industria extractiva en ‘Chile?
Por primera vez en la historia el río Maipo no está desembocando en el océano. Así, Alto Maipo pasa a ser el símbolo de todas las falencias y carencias de la legislación e institucionalidad a nivel nacional e incluso internacional, ya que fue avalado y financiado por los bancos multilaterales BID e IFC del Banco Mundial. Tanto las autoridades y bancos acreedores, como las empresas involucradas hicieron caso omiso de las advertencias de la comunidad y las evidencias científicas. A todos los impactos ya causados por Alto Maipo a la cuenca del río Maipo, que abastece de agua a casi toda la población de la Región Metropolitana y a 140.000 hectáreas de agricultura, se suma ahora al hecho que es un proyecto prácticamente en quiebra económica, y fallido, que está detenido sin generar debido al colapso de los túneles.
La autorización de la ampliación de Los Bronces de Anglo American, también en la misma cuenca, ha sido un shock para l@s ambientalistas y otros, que creyeron que este gobierno era ecologista. La cuenca del Maipo, y subcuencas como la del Mapocho, están absolutamente saturadas industrialmente, y lo único que debiera ocurrir en ellas es el despliegue de iniciativas de conservación como Queremos Parque, y de restauración ecosistémica tales como la reforestación con especies nativas.
En nuestro país existe un dilema estructural profundo: desde tiempos coloniales Chile se hizo adicto al extractivismo neocolonial. Su economía es totalmente dependiente de un modelo de así llamado “desarrollo” y sistema económico depredador del medio ambiente y de la calidad de vida y salud de la población. En los albores del siglo XXI aún no hay indicios de una transición a una fase productiva terciaria basada en la producción de intangibles y servicios. La situación es digna del tercermundismo de siglos anteriores.
Sobre el litio, el más reciente bastión del extractivismo, parece hay un frenesí por extraer con un manto de verde por encima, pero las comunidades afectadas y el daño ambiental son totalmente invisibilizados. ¿Cómo combatir esta locura de la transición energética que parte de la premisa, a mi juicio errada, de que ‘si todos compramos un auto eléctrico salvamos al planeta’?
El frenesí actual por la explotación del litio es sintomático. Es una fase más sofisticada, en términos del producto, del extractivismo neocolonial, pintado de verde por las supuestas aplicaciones ecológicas que se le pueden dar al “oro blanco”, electromovilidad y otros, para supuestamente combatir el cambio climático.
Es alarmante ver cómo se percibe ahora a los magníficos salares del Norte Grande de Chile como el nuevo botín corporativo, como antes lo fue el cobre, la harina de pescado, los chips o pulpa de celulosa, los productos agroindustriales y los salmones de exportación.
Es chocante ver como Codelco y varias trasnacionales se disputan el Salar de Maricunga. Muchas de las supuestas medidas anunciadas por Boric para precaver la explotación sustentable de los salares son altamente cuestionables. No se puede proteger una porción de un salar mientras se explota otra. Son ecosistemas integrales como todos los ecosistemas. La extracción directa con devolución de salmuera es experimental. Nadie sabe el efecto que tendría en el ecosistema de un salar la reinyección de la salmuera sin el litio, es decir con una composición química radicalmente alterada.
Respecto de las comunidades aledañas a los salares, es por todos conocida su precaria situación provocada por los estragos que ha causado la minería del cobre en el norte de nuestro país, liderada por la empresa estatal Codelco, por lo que las comunidades son altamente vulnerables a las ofertas de dinero, o compensaciones, tal como sucedió en el Alto Biobío, y como estuvo a punto de suceder en Aysén con el proyecto HidroAysén. Una vez más se estarían transando profundos impactos ecológicos por compensaciones económicas estrechamente focalizadas e insignificantes en relación a las utilidades que percibirían las empresas por el codiciado “oro blanco”.
¿Qué cosas ambientales están pasando hoy en Chile que no llegan a medios y que debiéramos monitorear? ¿Cómo los ciudadanos podemos ayudar?
Los grandes conflictos ambientales invisibilizan la crisis socioecológica generalizada que se sigue extendiendo y profundizando en todo el territorio nacional, de norte a sur, de cordillera a mar. Las plagas de enfermedades mentales, cáncer y accidentes vasculares y otras patologías que están asolando a la población de nuestro país son cien por ciento de origen ecológico, causadas por la contaminación industrial del aire, aguas y suelos con metales pesados y otros elementos provenientes de la mega minería, así como los pesticidas utilizados por la agroindustria, que están impactando gravemente la calidad de vida y salud de las personas. Son consecuencias directas del modelo extractivista.
La pérdida de la soberanía alimentaria en el país también tiene la misma causa, dada la masiva invasión de la agroindustria de exportación en muchas regiones, con los valles transversales del centro norte invadidos de nogales, paltos, viñas, y los extensos campos del centro sur de Chile invadidos por avellanos europeos, cerezos, viñas, entre otros. La agroindustria de exportación basada en monocultivos extendidos, además de degradar la biodiversidad en general, está desplazando la agricultura local, asalariando y haciendo dependientes a los pequeños campesinos, privando así a la población de alimentos saludables y de un entorno ecológico bello, sano, complejo y diverso. Los cambios de uso de suelo para permitir la instalación de industrias, la expansión urbana descontrolada, y los mega loteos para condominios de alta gama contribuyen a la crisis.
Una ciudadanía consciente y empoderada a lo largo y ancho de nuestro país trata denodadamente de enfrentar la crisis. El país se llena de movimientos, organizaciones, lideresas y líderes que intentan ayudar a mejorar situaciones locales. En este sentido, la crisis educacional es quizás la clave de, y subyace la crisis socioecológica. El extremadamente pobre sistema educacional en Chile accesible a la gran mayoría de la población hace más difícil que la gente “común” se entere de las problemáticas ambientales y sepa cómo enfrentarlas. Decimos: conocer para valorar, para proteger, conservar y restaurar. Si el primer eslabón de la educación falla, toda la ecuación se desmorona.
En este sentido, la pobreza tiene el mismo efecto. Para mucha población del país hoy en día la prioridad es la supervivencia y no las consideraciones medioambientales, a pesar de ser la población más duramente impactada por la crisis socioecológica.
¿El gobierno ecologista de Boric, se cumple o hasta ahora son solo palabras? Porque hay algo medio perverso que podría estar en ciernes: si tenemos royalty e impuestos a mineras habrá mucha plata quizás para PGU, obras sociales, beneficios y bonos. Y, en ese aspecto, a la gente no le importará preservar salares, glaciares ni nada, excepto recibir su plata. Me baso en lo que ha sido la postura de sindicatos Codelco frente a protección de glaciares en años previos, como ejemplo extremo.
El gobierno de Gabriel Boric ha sido una gran desilusión, aunque hay que tener claro que la problemática socioecológica nacional, y también económica, con la crítica situación de inequidad, es de muy larga data y se remonta a los tiempos coloniales, e instala una inercia feroz que hasta ahora ningún gobierno ha sabido -¿querido?-revertir.
En 1910 Chile ya tenía la misma estructura socioeconómica que tiene hoy. Solo ha empeorado, y se ha agudizado la desigualdad. La impronta española en el territorio es extractivista y minera -el saqueo-, y la oligarquía chilena republicana le dio continuidad absoluta al modelo.
La problemática en Chile hoy es definitivamente estructural, habría que remover gradualmente este país hasta sus cimientos y recomenzar con una orientación clara hacia la única fase productiva sustentable posible que es la terciaria, es decir la de los servicios de todo tipo e intangibles, sustentada en un sistema de educación de excelencia en todos los niveles, accesible a toda la población.
Necesitamos con urgencia la promoción de inteligencia intelectual y emocional, de salud mental y física y calidad de vida, en un contexto de restauración ecológica que se necesita para sustentarla. Al final es la naturaleza la que produce el aire puro, las aguas limpias, los alimentos saludables, y la calidad de vida y salud de las personas, para lo cual hay que devolverle su lugar y su protagonismo, por lo demás gratuito y anónimo. La producción de conocimiento, de cultura, de innovación, de software vs hardware. Insisto que Chile es adicto al extractivismo neocolonial. L@s jóvenes e inexpertos gobernantes actuales, con su complejo cóctel de ingenuidad, arrogancia e ignorancia difícilmente podrán ser los que “den vuelta la tortilla”.
Esperemos que esto se pueda hacer algún día y sin violencia. Vamos a necesitar mucha educación, mucha inteligencia, voluntad, disciplina, entrega, altruismo y otras cualidades para lograrlo.